Pasar de niña a mujer es una huella profunda. El 20% de las mujeres que dan a luz en Costa
Rica no llega a los 19 años. Son niñas y
adolescentes a las que diversas circunstancias no les han permitido crecer de
forma natural. Pocas han sido las
oportunidades de juego, familias seguras y educación.
La violencia está presente en sus vidas desde temprana edad,
sus sueños han ido chocando permanentemente con realidades, han vivido sintiendo
lo que es no tener comida, la falta de un techo, cómo el alcoholismo desgarra
su familia, no saber quién es su padre y
el abuso de los adultos.
Tienen ahora un niño o una hermosa bebe que provoca
sentimientos encontrados, salió de su cuerpo, les sintieron desarrollarse y
tomar un poco de su alma y de su corazón y ahora las hacen adultas, pues adquieren la
responsabilidad de criar y formar a otro ser humano.
¿Qué consecuencias deberá enfrentar esa niña mujer? Se
necesita apoyo en protección, pero su madre y su padre dónde están, y las
instituciones sociales qué papel juegan en su presente y futuro… dónde estaban
cuando todo sucedió???
¿Quién les ayuda? ¿Dónde apoyarse? ¿Cómo se aprende a pensar
en un mañana y soñar otra vez…? Existen organizaciones
de bien social que estudian la problemática y ofrecen apoyo en los procesos de
adaptación, orientan para aprender a ser madre y ocuparse de las
necesidades básicas de la criatura que
llevaron en sus entrañas, dar su hijo en adopción, o los madres y padres tienen
una nueva oportunidad para hacer las cosas mejor.
Mirar al mañana y vislumbrar el futuro, forjar nuevos
sueños, tener la esperanza de crecer y formarse son ideales que deberían poder
ser convertidos en realidades, para ellas qué haremos ustedes y yo. Me
comprometo a integrarme a la denuncia, dar seguimiento a los casos y a mostrar
el brillo de aquellos proyectos que generan esperanzas y orientan el camino de
la prevención para aminorar este alto porcentaje de madres adolescentes que
acongoja a nuestro país.
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